sábado, 14 de marzo de 2009

SONETOS DE HESNOR RIVERA

No siempre el tiempo siempre

No siempre el tiempo siempre rueda
conmigo hcia un pasado nuevo.
No siempre va donde lo llevo,
no siempre está donde se queda.

Viajero es que, al partir, remeda
un gran retorno en el que pruebo
la pasión de ir donde no debo
y estar muriendo en donde pueda.

No siempre el tiempo siempre crece
de espaldas a su propia imagen.
Siempre no siempre permanece

cambiando en mí lo que no quiero,
para que por mis penas viajen
sus goces de inmortal viajero.

XV
Ya no me acuerdo de la poesía
sino cuando estoy triste o cuando siento
que, en torno, el cielo, como con el viento,
se hace jirones de melancolía.

Ya no me acuerdo más de la alegría
brutal vivida desde aquel momento
en que quise vencer, pobre y violento,
la muerte de los otros y la mía.

Ahora sólo me refugio en esa
sombra de voces que se vuelve espejo
cuando en mi voz hay agua de tristeza.

Me echo en sus brazos a morir, de suerte
que soy como un fantasma ya muy viejo
que ve en ella otra vez su antigua muerte.

XXV
Poco a poco, distantes como estamos,
sube el olvido por nuestros sentidos
o baja la ilusión saltando tramos
por la escala interior de los olvidos.

Perdidos ya, por la ilusión bajamos
hasta el adiós de quienes van perdidos
hacia un espacio donde nos miramos
subiendo a saltos por los tiempos idos.

¿Nos olvidamos porque estamos lejos
o es el olvido lo que nos distancia?
El amor es memoria, sol de espajos,

fuego de un tiempo que, al contar sus lados,
nos hace ahora amar la circunstancia
de que nos recordemos olvidados.

La Muerte en Casa

I
Para vencer a la muerte se tenía
que buscar una memoria un patio en vuelo,
desde donde lanzarla contra el cielo
como una pedra que, al brillar se enfría.

Tenía que vencer a la muerte un día,
a gritos alumbrar su rostro en duelo,
romper su ciclo de serpiente en celo
para matarla de melancolía.

Pero no había alrededor ni rosas
ni pan ni patio ni memoria: nada
con que adentrarme al mundo de las cosas.

De tal modo que, ahora, ante esa suerte
de pobreza, la muerte alborozada
entró a vivir en casa nuestra muerte.

Contrapunto de la Duda
Si no llegaras, si te hubieras ido
mucho antes de que el tiempo transcurriera
para que tu presencia me tuviera
por siempre así, en la soledad, perdido.

Si regresaras sin haber venido,
antes quizás de que tu ausencia fuera
caos de soledad, enredadera
de la memoria que se vuelve olvido,

no sabré si algrarme o estar triste,
si salir en tu busca o esperarte
por los lugares donde no estuviste.

No sabré si quedarme en el vacío
del tiempo a solas que, al traerte, parte
como un recuerdo que, por tuyo, es mío.

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