martes, 24 de febrero de 2009

APOCALIPSIS. Por Hesnor Rivera

Aunque el poema no fue escrito con la finalidad de ser un manifiesto, terminó siéndolo. Fue escrito en 1952 cuando Hesnor Rivera recién llegaba de Chile y su aventura surrealista de la mano del grupo Mandrágora. En una vieja casona perteneciente a los esposos Urdaneta comenzó a escribirlo y lo culminó en 1954.
Mi país rumía en secreto
el agua de los desastres.
Desencaja los dientes de las alas y rumía
-los dientes que sangran
mucho más
que los remos de un naufragio.
Mucho más que los jóvenes bajo el cielo
tormentoso de agosto.

Sólo los labios del ojo silban como las serpientes
flechas con cartas de venganza.
Rojas baladas que cruzan la noche
como estrellas errantes.

¿Qué manda el amo? gritan niños melancólicos
en las noches de barro. Se escribe M
delante de B y P como en la palabra Constantinopla.
Cuando se nace junto a un lago inmenso
como el pecho leguminoso de las mucamas.

Cuando se crece junto al pecho del agua
a cuyo alrededor
gira el mundo
dividido en sus partes:
dime tú cola caimán
enamorado del jardín de relámpagos
gelatinosamente ciegos del petróleo.
Dime tú lobo extinguido como una lámpara
por la sed de gusano peludo de los mares.

Decidme vosotras
¡oh! vírgenes empolladas
de gavilanes trágicos.
Decidme ¿no se nace y se crece para el mundo
y no obstante se está echado como un gallo
doméstico a orillas de la conquista?

¿No se nace y se crece como el mundo
que se divide en sangre
de conquistadores
y en llagas que se abren
como las orejas de la tristeza humillante?

Mi país rumía en secreto el agua de los desastres.
¿Qué manda el amo? gritan los niños melancólicos
en las noches de barro. Se escribe M
delante de B y P como en la palabra Constantinopla.

Un navío distante cuelga entre los troncos
de las palmeras
como la hamaca
de un rey monstruoso.
Sobre los adoquines de alquitrán
de los puertos mueren los padres.
Ellos se doblan sobre las cajas
exportables de calor
que consumen países
embriagados de incendio.

Sólo a mediodía llega la tribu
de los caras de tigre –buscan su antigua edad
de oro entre las ratas muertas por el soplo
de cuernos del carburo que madura los plátanos.
Puede ser que sobre el agua comience
verdaderamente
el infierno.
Comiencen verdaderamente
los altos martirios.
Puede ser que en las brillantes dársenas
de las hogueras
un hombre aspire
alimentar
los insectos del bosque.
Un hombre intente estrangular con el sexo
los fuegos verdes que se hinchan
como la semilla de bestias
cuyo interior de vendaval resguarda
las grandes alas dicotiledóneas del trópico.

¿qué manda el amo? gritan niños
melancólicos en las noches de barro.

Bajo su loco sol de techo de langosta
la ciudad
oye también
su propio nacimiento.
Alrededor de los cocales crecía
y daba vueltas como un asno pequeño.
Alrededor del templo de los asaltantes crecía.
Alrededor del fuego de las ciénagas.
Crecía alrededor de los mineros desolados
dentro de sus esqueletos
con órbitas de linternas agónicas.
La ciudad crecía –crece siempre
alrededor de víctimas doradas.
De muertos que rodean sus memorias
con violetas bucales. Crece sólo alrededor
de las excavaciones
donde suelen esconderse
para siempre los muertos.
Mi país rumía en secreto
el agua de los desastres.

Bajo ese sol de piel negra una isla
se construye por sí sola en el alba.
De lo alto de la selva
parte ríos de naranjas purpúreas.
Parten avalanchas muertas de animales de peltre.
Camina la espadaña
con sus patas
de ciempiés limoso.

Entonces una isla no es un nido
de corales
benditos.

No es una puerta abierta hacia la luna
que maneja con siniestros hilos
desde todos los cielos la crueldad del relámpago.

Una isla es el centro
desconocido
de la zona en acecho.

Gordos espádices sostienen
los huevos luminosos
de una fauna sombría.
Y al final sólo una historia sin sentido
Llega a delatar el velorio
de la mujer siempre anciana
con que el rancho gramíneo podía participar en la fiesta.
¿Qué manda el amo? gritan niños melancólicos
en las noches de barro. Se escribe M
delante de B y P como en la palabra Constantinopla.

1 comentario:

  1. Saludos desde Caracas, Valmore... Este poema es una joya. Definitivamente. Dónde lo conseguiste. ¿Hesnor llegó a publicarlo en algún libro? ¿O en alguna revista? "En la red de los éxodos" no cintiene ese poema...

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