sábado, 28 de marzo de 2009

ENDECHAS DEL INVISIBLE. Selección. Por Hesnor Rivera

ENDECHAS DEL INVISIBLE
Desde hace cierto tiempo
pasan con demasiada frecuencia
frente a la puerta de mi casa
gentes de tan comunes increíbles.

Un anciano y un niño
van hablando
sobre los peligros del sol
cuando el viento se quema
como una tela dorada.
Una mujer muy sola
hace gestos y muecas
de desesperanza
como extraídos de sus sueños recientes.

Los observo y ellos
no pueden verme
porque la tristeza me ha tornado invisible.

Otras veces la noche
arroja sobre las aceras
restos de cosas muertas
pero todavía tibias
que el esqueleto de un astro.

Salgo para respirar
el humo de los amaneceres
parados en la rama de la ventana.

Los vecinos despiertan
y conversan sobre el calor meridiano
-sobre sus menesteres
en los mercados y los malecones
tendidos como bestias azules
a orillas de la falda del lago.

Los contemplo pero no pueden
verme porque la tristeza
me volvió invisible.

Un extraño recuerdo
viene a cantar todas las tardes
desde el suelo del techo.
El canto se refiere siempre
a un viaje -a países
con semblante de montaña náufraga.
Con cabellera
de desierto
que se devora a sí mismo.

Se refiere a un viaje
y a la fiebre del amor contraída
entre las piedras y las ruedas
siempre en llamas
de los inviernos del sur.

Mis amigos oyen
que sollozo en el patio
pero no pueden verme
porque de seguro la tristeza
me ha tornado
para siempre invisible.


ITINERARIO
El invisible sale
subrepticiamente
sobre todo en horas de penumbra:
el amanecer
o el comienzo de la noche impiden
que lo delate su sombra.

(Porque él conserva
todavía su sombra
de llamativos tonos azules
-con olores de tormenta muy próxima)

Para llegar a su destino
da largos rodeos por los suburbios.
Allí ve una vez más a los niños
que ocupan su lugar de antaño
vendiendo hayacas
-tocando de puerta en puerta
la pobreza de la gente
de los Haticos -el desamparo
todavía vigente en las barriadas
donde el hambre da fiebre.

El invisible puede ser visto
por quienes le oyen disertar
sobre poemas -sobre magias
y aventuras antiguas.
Pero por lo común se marcha
repentinamente.

Lo persigue
la maravillosa amenaza del amor
y sus risueños fantasmas.

A mediodía
vuelve a la casa
como siempre más que nunca
enamorado del mundo.
Pero se percata
de que alrededor sus libros
desaparecieron. Se tornaron
invisibles en sus marcos
las fotografías. Y hasta la cama
donde la memoria paría
poco a poco sus sueños
y la imaginación inventaba recuerdos
ya según parece no existe.

Sólo queda el espejo.
El invisible toca
en su superficie el frío
de las imágenes
que para siempre se fueron
-la ceniza de azogue
de un tiempo cuya gran tristeza
también lo ha tornado invisible.


A ORILLAS DE LAS CATÁSTROFES
Sentado a orillas
de las catástrofes
espero la nave
de los que no quieren todavía marcharse.
Espero el gran torrente
de las cosas que cambian
para retornar al pasado.

Porque partiré y retornaré.
Por eso tu imagen
-tierra madre mujer mía-
me acompaña. Me acompaña
tu forma de velamen
perdido entre relámpagos.
Tu cintura de goleta
que navega en un bosque
sin chocar ni siquiera
con la llama
de la sombre
de un árbol.
Me acompañas cuerpo de redoma
encantada que me consume
para que resucite
convertido en metales
de significación improbable
-en oros más desleznables
que el antílope.
En fierros más inverosímiles
que la piedra de un águila.

Me acompañas y te amo
coraza para el pecho
de las tempestades.
Escudo para el lomo
de los fuegos marinos -espada
en fin espada por entre cuyos filos
recobre toda su sangre el cielo.

Sentado a orillas
de las catástrofes
espero aún la nave que no me lleve
-mientras tú vivas-
por los puertos
del más allá inexistente.


SIN SEMEJANZAS NI IMÁGENES
Entro por la puerta
de tus ojos
-por el techo de tu piel
a los aposentos del deseo
que ya no sé si es tuyo o mío.

Y eres una vez más
la piedra tierna
sobre cuyas membranas teje
mi corazón la tela
de las más rojas ternuras.
Y eres la llamarada fresca
que los astros vierten sobre el sitio
donde los enamorados se aman.
¿Cómo no comprender entonces
la alegría
que hace posible cuando pasas
el nacimiento de los bellos parques?

¿Cómo no entender que crezcan
flores a expensas
de la sed que te cubre mientras duermes?

Ahora mismo cuando acabo
de beber en tu boca
la significación del alba
reaparecen en mis manos de pronto
los nombres de las cosas perdidas
-los números sobre los secretos
de la felicidad más antigua,.
Si te tienes como ahora a mi lado
podré saber con exactitud
el paso de los tiempos
por la forma como giern tus senos.
Sabré de las mareas
-de las migraciones y las cosechas lunares
si abres los labios
y tu lengua me toca.

Dentro de tu boca sin duda
comienza y muere y resucita
una eternidad que no admite
semejanzas ni imágenes.


TODO SE LLAMARÁ COMO TÚ TE LLAMAS
De no encontrarte
como te hallé hace tiempo
me moriré
mirando hacia el pasado
-desandando los caminos
que recorrimos juntos para llegar
al día de las desapariciones horribles.

De no encontrarte
nuevamente
me verán
hundido en el lago
de la demencia más pura
-la de que no podré nombrar
las cosas sino por tu nombre.
Y las rosas y el rocío
que cae sobre la brasa de los insomnios
sólo se llamarán como te llamas
-y el gato de las ilusiones perdidas
y el viento de las esperanzas
que vuelan
sólo se llamarán como te llamas.

Sólo se llamarán como te llamas
las calles
los bares -los grandes barcos
que parten hacia países
donde desde antaño
todo se llama como tú te llamas.

Todo se llamará
como te llamas
para que nos encontremos siempre
donde la libertad
no se pierde más nunca.

De no encontrarte
como te hallá hace tiempo
me moriré para descubrir
que los nombres del porvenir en retorno
sólo se llamarán como te llamas.

sábado, 21 de marzo de 2009

SALVADOR DALÍ


ANTOLOGÍA DE CÉSAR DAVID RINCÓN

EL INMORTAL

“¡Oh vida de nuestra primavera!
¿Por qué se marchita el loto de las aguas?
¿Por qué se agostan los niños de la primavera
nacidos solamente para sonreír y desfallecer?
Oh doncella, te digo que, cuando desaparezco,
Es para conocer una vida centuplicada de amor,
Paz y santo éxtasis”
William Blake.
El inmortal vuelve limpio de memoria.

Planeta de extensa latitud.

Trae números de órbitas sin dueño.

Busca noble quietud en las terrazas de Dios.

Con su arco de flores y su fuego
abre las puertas donde duerme el amor.

Lámpara en cuyo fondo está el mundo,
y jinetes enlutados sin despertar el tiempo.

Saldremos en silencio para viajar

Anda y vuelve y amuebla las mansiones

Registra tu memoria y encontrarás la plenitud.

Prende a tu amada bajo la brasa de tu boca y recuerda:
quien se arriesga en amor, naufraga,
y todo los transparente nos seduce.

Trata de ser feliz
y vive un día más la vida de los elegidos,
encontrarás la muerte de paso por tu cuerpo
y un pájaro ciego detenido en el vuelo.

La primavera devuelve las rosas

Algo puro siempre regresa.

Bebamos estas copas que nos enloquecen,
Aspiremos este licor y ese campo abierto,
Buscando a alguien que no existe.
Y GUARDO EN LAS NOCHES LAS LÁMPARAS DE SIEMPRE...
Nada disminuye al tiempo ni a las horas deshechas.

La destrucción que inútilmente cubre el viento,
nada sabe de la hierba entre ruinas.

Mudez de piedra rodeada de lo desmedido.

La noche es polvo y da su fruto amargo.

Feroz molino recorre todo lo existente.

Las almas dispersas se reúnen,
hasta las más próximas se alejan,
descubren el insondable río donde regresa la vida.

La pesadumbre es mundo donde respira la llama.

Mira cómo la muerte crece con facilidad de relámpago,
su esplendor de un instante no derrota la sombra...

El vaho de lo oscuro con su bronca blasfemia
baja sin piedad la ceniza del cielo.

No hay hocicos entre las piedras buscando la sed inexistente,
ni camisa de náufrago jugando entre dientes de peces.

Lo que existe es tierra agradecida de pájaros y labios,
marea sin guerreros tendidos en la arena,
muchacha con la imagen rota en sus pupilas.

Todavía duerme el colibrí en el ojo de un ciego.
y sale musgo de esos río donde muere el silencio.

Lo mismo que Adán, sucio de humana condición,
despeñé desde el cuello mi asombro súbdito de sueños.
Colgué de tus labios miel enloquecida.
Derramé luz debajo de tu pelo.
Bañé tus medias con carbón de pestañas.
Dibujé en el corpiño tu pecho de abeja sostenida,
tu manzana redonda como circo de amor.

Te amo ahí contra el sol y los recuerdos.
Torres y vientos.
Semejanza de luna, ceremonias secreta.

Te amo antes del Reino irascible y furtivo.
Todo en ti pierde su instante y resume tu cuerpo.
Sandalia perfumada desatándose a pedazos.
Fruto de túnica y sonido.
Estás dentro, mi cruel hechicera.
Sueño curvado al peso del rocío.
Subiendo más rápida que el pensamiento.
Todo aquello que tu cuerpo aleja
es canto para esa rama dorada.

Miro la seda de Damasco en los pechos de Berenice.
Por dentro estoy soñando.
Y guardo en la noche las lámparas de siempre.
PÁJARO DE LA CERCANÍA
Duermen y despiertan los sueños en el agua,
solamente somos el recuerdo de la lluvia.
Dorada por el fuego y el vino,
un día te miré, pájaro de la cercanía,
espléndida como selva sumergida en el oro,
ventana que sólo vive del amor.

Parecida a la plata
semejante a plumas
así tus vestiduras
tu imagen memoria del espejo.

Sombra del agua sobre el mundo,
sabes correr descalza sobre la arena transparente
bajo el oso de la luna en un pequeño circo de amor.

Siento respirar olvido detrás de tus ojos,
pero hay mares que te ocultan.

Yo sé que tus labios desvanecen las rosas.

Tu desnudez pensativa en un golpe de cielo.

Profunda es la tierra por donde rondan mis ansias,
cada silencio tuyo es cielo por encima de la altura,
corola fluyendo hacia la muerte.
Música de lenta nube, claridad tan suave.
Cometa que detiene la noche,
tierra mojada de pájaros.
COLUMPIO DE LA NOCHE
De repente el sueño es un bosque
y levanta un viento de canela.

Flor blanca que sólo viniste a dormir,
corola que sólo sabe de amor,
déjame llenarte de campanas
y así tu canto quedará en el aire
tejiendo aromas de color de fuego.

Si alguien todo lo quema yo te amo.

Por no conocer a solas los abismos,
has cruzado esos mares sin jamás;
esos trenes con algo de lámparas en la noche
y esas horas perdidas en la luna del alma.

Pues vienes a dormir silenciosa,
sobre hierba de agua con temblor.
No sé de qué pétalos está hecha tu claridad
Y si estás allí en mi sangre
Como una permanencia edificada para amar.

No apartes tus caderas en forma de escudo.
No dejes que me pierda
Hazme bebida para caer en tus tazas.

Llévame en tus sandalias.
Acerca tus cabellos partidos en dos.
Tu cabellera de lino fino.

Vuélveme bebedor de la noche o explorador de la seda
Reina de las hadas,
columpio de a noche.

Diosa del trono de oro:
¡No me des paraíso!
(De Columpio de la Noche - 1974)
MÁSCARAS
I
Por la casa a solas el vuelo más hondo
Al otro lado respira un patio inexistente
Sin alma el viento consume piedras
En lluvia se divide
Y hace oscura gárgola del agua
Terrible cruza sin candiles
El hondo jinete ensombrecido
Truena la noche amolando cuchillos del Perú.

II
Máscaras amargas, vosotras que me amabais,
de amor mirando tan de lleno el oro
tengan al final la nada de sí mismas
y abandonadas al actor sin suerte
queden así frente a la escena
hasta seguir mirando tan de lleno el oro.

III
Es posible caminante el cántaro vacío
Aljibe hechizado en tierra seca.
Pero antes, cómo pasa la lluvia
con ventaja de otras relaciones:
Las horas del cielo en nuestra sangre
El soplo del futuro ante nosotros
La prisa de una rosa
Y nuestro andar a solas de improviso.
ENIGMA
A Hesnor Rivera

Desde luego jamás
danzarían sobre siempre ante los ojos
como monedas de fuego atesoradas
junto a espejos que se cubren
de manera diferente cada vez
cuando es vano inventar música y salterio.

Se sostendría inexpresable esa pareja
en la playa donde acaso alguna vez amaron
hasta volver silencio la figura,
no siempre ingrávido su cuerpo es otro cuerpo
ni temblorosa sustancia devuelve
el audaz movimiento en despedida.
Suelta esbeltez de un arco hace el enigma.
CÁNTICO DE LABIOS
...amar es tránsito
y descenso...

¿No sabes amor, que nuestros corceles, abrevan?
Manda tus cerezos al fondo donde embriaguen
Y abre las puertas
Sin temor al viejo invierno.

Trae vinos y doncellas para viajar
hacia un lugar de flores
donde el calor sacuda al cuerpo
como si el aire fuera hembra.

Todo consiste en llegar dando brillo a las hojas
enceguecidas por las piedras con que juega el sol
sintiendo crecer la música como árbol de aromas.

En esa danza sin edad ni fondo
no hay término frenético de abismos.
Todo se hunde en ese pelo a oscuras
donde rasgas la boca para buscar licor.

Mezcle aliento la voz.

Anégate a ese cuerpo
y purifícate.

Anda y observa ahora
cómo desaparece y vuelve
embrujada sobre los patios.

Los tigres beben esos ojos
y van por llamas incendiando casas
persiguen al viento como a río crecido.

¿No sabes, amor, que nuestros corceles abrevan?
FÁBULA
A Laurencio Sánchez Palomares

Casamontes celador de conejos
Trampa de astros
Buscas trenes y sales gris de luna
Maneras tuyas silvestre príncipe
Bosque donde crece la fábula
Cundiamores en medio de tu flora
Nubes muy blancas desvelan al aire
y tus lámparas mueren en algún lugar.

Invocas pan a toso los mendigos
Jícaras de barro para encantar las flores
Vuelves a tus montañas de peña azul
A tu casa de Escuque donde animales mansos
Beben agua en tinajas oscuras.

Julio Helvecio cuenta largas historias
Árboles fríos desde la copa de un Dios
Su silencio como de flor bermeja
Y canto de pájaros al volar
En puertas rosas y verano
Un postigo de mármol bajo lluvia.

Y a sombrearse las colinas
Hasta incendiarnos de agua.

El de habla florida trajo pétalos
Vuelve la vista y tanto más lejos
Quebranta nuestro olvido
El desvelado corre persiguiendo la luna
La mansedumbre hecha de raíces jóvenes
Julio Helvecio habla del que se fue a las estrellas
Y el abuelo regresa de los altos jardines
Derribando esa hora cuando las ánimas
Convocan a la muerte
Allí donde caíste, miel del mundo,
Sin abejas ni flores...
partías hacia todos los relámpagos.
CUERPO
Templo cuerpo espíritu del aire
Transparentes esencias tiempo de gracia
Belleza inicial reflejo sin ganas
Transición de pájaros adonde llegan rumores
Primero el sueño cae a la vista
Viaje inmóvil del canto
Parábola admirable rebosando niñez.
Afán de un Dios cuyas ondas emergen
Increados de morir mientras sople la vida.

Salvo una flor de envejecer
Un poco de miel
Ondulada y fresca por tus barbas
Acompasa tu voz desde la huerta
Viajero mortal como azucenas
Sabor fantástico del viaje
Ciudadela secreta
Y el mar fugaz en su misterio
Eternidad del musgo hacia las algas
Mudas alondras silencios de esos fondos
Alabastros de un delirio
Nombres añosos
Solitario león de Babilonia
Quebranto submarino cuando todos inician el regreso.

La piedra el fuego el mar la nube
Queda el acre como rubio pastor
Ahogando en sol su sílaba sangrienta.
(De El Viento sólo vino a Viajar - 1982)
INESPERADA PRESENCIA
Doble vida de objetos coloreados
Para que maneje sus distancias

Resurgencias de seres en intercambio secreto
Sentido de la imagen
Color en el espacio

Laberinto de formas
Cuando alcanzan fluideces

Afinando victoria
Como caballos blancos verdeazules
Una mañana quieta
Frente a frente cielo y tierra.
VOLCADA SANGRE
de su tiempo
Conduce miradas
Hacia cielos de equilibrio
Sigila umbrales y despereza
Recobra luz
De tanta duración ahonda los rápidos hilos
Con límite y cuerpo del enigma
Oquedal de nacer y morir
En nuestro aliento imposible
Y hacia límites más vastos desbordamos.
CÓSMICO SEGMENTO
convencional medida
Tiempo estructural del universo
Flujo físico sin principio ni fin
Acaecer individual
Brevísima experiencia
Casero temporal calles y colmados
Irremediable finitud
Calendario de una sola certeza
Las Moiras tejen nuestra suerte mortal
Y el destino no es un mito antiguo

Todo comienzo anterior a las tinieblas
Vuelve oculto en orfandad
Mutismo entre el hombre y su órbita oscilante.
(De Utensilios del Anhelo - 1982)
Hendida por el aire la pared sopla salitre
ruinosa yergue su opaco bostezo
a donde a ratos medran la muerte y la ceniza
Late un lento vivir de piedras y pozo
las horas desmoronan su destino
al peso del vacío que vislumbra

Todo demora: el hombre y su gemido
hacia la nada inexorable van
reflejo de hiel desde este grito
mudas fronteras en fuga
alegran la sombra del paraíso en agonía
donde a su vera duerme la hermosura
y el infinito desangra y jadea soledades.
FIDELIDAD
Cada día los ojos de los ángeles
Abren agujeros al cielo
Fieles a una carne nostálgica
Aún en horas alumbradas por la muerte.
Y YA NO ESTÁLA NOSTALGIA
Los cantos hacen vacilar nostalgias
Se desploman sobre la ciudad
En hoteles donde se juega el mundo
De todas partes acuden abiertos al canto

Hay nostalgias que suenan para volver a caer
Luego siguen en las islas afortunadas

Hay manglares irascibles aullando
Y se abanican las jóvenes como serpientes lujosas

Oímos crecer la hierba sin hacer ruido
Vemos elevarse y volver a elevarse el balancín formidable
Luego el canto vuelve hacia sus largas defensas
Se música se libra en las malezas
Todo el mundo está en el puente por todos lados
Descubre a la vez cien direcciones en la canción venturosa
Un taladro se perfila en movimientos lentos sobre la playa
El sol perfora ese islote de pájaros
Totalmente ocupados en atrapar los peces
¡Alcatraces del trópico y el deslumbrante sol!
Historias de brujos frente al fogón
abandonado por una pala de grúa
El gasómetro destila dragas con tortugas
el petróleo cambia una colonia de iguanas
Nadie sabe explicar las exclusas perforadas
Ni diamantes al mismo paso en el fondo del lago
A toda velocidad hacen tiempo fiscal
Y alrededor del ojo tienen miedo los buzos
Ya no está la nostalgia
sólo vegetación en un campo salvaje
y el aceite por un mar todavía inconcluso

En la rada se izan banderas
La amarilla para llamar al oro
La azul para solicitar el cielo
La roja para cantar la aduana
El sol golpea sobre los ferrys que van y vienen
Y ya no está la nostalgia
ni en los malecones esa extraña piragua.
POR QUÉ CUELGAS EN MEDIO DEL GEMIDO
Por qué cuelgas en medio del gemido
Y del canto roto sin espejos
Y del dolor salobre bebemos
Y bestias comidas por el trueno
Arrancan
La vida mezclada con la noche
El alma hecha llamas
Por grandes ritos conducida
¿Quién abre las puertas sagradas?
¿Y qué vértigo comienza bajo la madrugada?
¿Qué tigres con ira devoran memoria?
¿Por qué ocultan saetas deseos despiertos?
¿Por cuál lengua respira el terror?
Sólo aquel que subió con los muertos
No volverá a perder su elogio infinito:
«La amapola que ellos posee
El más leve de los sonidos
Y hasta la última sílaba del tiempo cumplido»
¡Cascada ardiente sobre tierra sin edad!
¡Jardín de espejos sin conocer el sueño!
(De Azar Inconstante - 1991)
ESTAMOS EN LA PUNTA DEL TIEMPO
Estamos en la punta del tiempo que comienza, recomienza y vuelve
a comenzar en la tirada de unos naipes misteriosos.
Todo puede sacudir levemente al verdugo o al payaso.
En el palacio se adivinan infinitas posibilidades.
Los juguetes chinos se truecan en dragón, en estrella o en una simple flor.
Un atleta toma el disco de la luna y se redondea un jardín.
El colibrí regresa de largas navegaciones y pone un punto final: sobre
el agua dulcísimo chispea como un diamante.

La pasión del pensamiento es invisible, semeja lo inmutable.
Todo lo visible cambia y nada permanece!

Noble y pura, envuelta en pliegues de perfiles finísimos, sube y
asciende, la dulce pintura de un pueblo de faraones invisible.
Fantasmas transparentes; libre de honores y de gloria, son nuevos
en su paz y en sus campos.
Maestros de ofrendas, ya estáis en la Ruta a los dos ojos del Cielo!
DEJADME PIEL DESVANECIDA
No hay sitio para la realidad que consume;
no más sol, ni viento, ni verano!
Sólo la noche y los ojos atisban esa ausencia
¿En qué lugar bulle la ilusión de estar en el mundo?
¿Hacia cuál delicia oculta se abren los besos?
¿Dime? ¿Viene la gran noche salada para abrazar nuestros cuerpos?

Sólo podemos adivinar lo que no era la vida.
Simulacros de ceremonias donde jamás estuvimos.
La memoria ciñéndonos su pelambre en exilio.
El abierto futuro escindiendo la trama.
Ni lagos, ni lunas, apenas nieblas afuera…

La desnudez con increíble ternura
Endiosa aquel sexo
Y respira los últimos latidos que bebe su piel.
EBRIEDAD DEL AMOR
Descubro pájaros volando por tus sueños
Tu corazón de lámparas
Derrama la noche hacia tus hombros
¿Soñarte así increíble
es acaso modelarte más intacta?
¿Dónde estás dando sombra a otra sombra?
Tu alma tiembla en el agua
Y canto sobre una estrella nueva
El más bello canto de amor.

Tu mirada vuelta hacia la playa
Crece con olas de silencio
Y se nubla
Buscando flores sin ganas.
Qué alegría vivir
Con los ojos muy lejos y tus labios
Abriéndose al deseo.

Tan desprendidamente ebrio
Por esas manos que no alcanzo
“En el puro estar sin sucesión”.
AL OTRO LADO DEL MUNDO
En el pasado las noches gravitan
Sobre tu corazón.
Ayer, mañana, son apenas tan lejanos
Que tocan claramente el origen.
París, y es primavera con tus besos,
Los trenes entre brumas,
El taxi y el hotel donde conocí tu cuerpo largamente,
Todavía danza el semáforo bajo la lluvia
Nos despedimos con una sed de encuentros que nos une.
No te olvides de esta piel para seguir naciendo, dijiste.
Vamos juntos en los meses que vuelven, dije.
Pero duermes al otro lado del mundo
Sin más fragancia que tus piernas largas y veloces.
Te siento latir en los abismos
Como si estuvieras allí con tu llama,
Con tus pequeños pechos y tu pelo oloroso.
Cierta música fluye ojival
Desde tu sexo sin freno,
Oscuridad centelleante más allá de tu vientre.
En horas de vino y remembranzas
Ya no parece cálido ese fuego
Y quizá ni ocupe instante alguno de tu vida
O quisieras ocultar por razones de pudor
Peripecias inconfesables, en parís, bajo el reloj del andén
Pon el oído como caracol de tierra
Al otro lado del mundo
Oye cómo el viento quema las campanas
Siente cómo recobra el náufrago su memoria
Y verás que no hay espacio para el olvido.
(De La Luna de las Demoliciones - 1993)

sábado, 14 de marzo de 2009

SALVADOR DALÍ - ADOLESCENTES


SONETOS DE HESNOR RIVERA

No siempre el tiempo siempre

No siempre el tiempo siempre rueda
conmigo hcia un pasado nuevo.
No siempre va donde lo llevo,
no siempre está donde se queda.

Viajero es que, al partir, remeda
un gran retorno en el que pruebo
la pasión de ir donde no debo
y estar muriendo en donde pueda.

No siempre el tiempo siempre crece
de espaldas a su propia imagen.
Siempre no siempre permanece

cambiando en mí lo que no quiero,
para que por mis penas viajen
sus goces de inmortal viajero.

XV
Ya no me acuerdo de la poesía
sino cuando estoy triste o cuando siento
que, en torno, el cielo, como con el viento,
se hace jirones de melancolía.

Ya no me acuerdo más de la alegría
brutal vivida desde aquel momento
en que quise vencer, pobre y violento,
la muerte de los otros y la mía.

Ahora sólo me refugio en esa
sombra de voces que se vuelve espejo
cuando en mi voz hay agua de tristeza.

Me echo en sus brazos a morir, de suerte
que soy como un fantasma ya muy viejo
que ve en ella otra vez su antigua muerte.

XXV
Poco a poco, distantes como estamos,
sube el olvido por nuestros sentidos
o baja la ilusión saltando tramos
por la escala interior de los olvidos.

Perdidos ya, por la ilusión bajamos
hasta el adiós de quienes van perdidos
hacia un espacio donde nos miramos
subiendo a saltos por los tiempos idos.

¿Nos olvidamos porque estamos lejos
o es el olvido lo que nos distancia?
El amor es memoria, sol de espajos,

fuego de un tiempo que, al contar sus lados,
nos hace ahora amar la circunstancia
de que nos recordemos olvidados.

La Muerte en Casa

I
Para vencer a la muerte se tenía
que buscar una memoria un patio en vuelo,
desde donde lanzarla contra el cielo
como una pedra que, al brillar se enfría.

Tenía que vencer a la muerte un día,
a gritos alumbrar su rostro en duelo,
romper su ciclo de serpiente en celo
para matarla de melancolía.

Pero no había alrededor ni rosas
ni pan ni patio ni memoria: nada
con que adentrarme al mundo de las cosas.

De tal modo que, ahora, ante esa suerte
de pobreza, la muerte alborozada
entró a vivir en casa nuestra muerte.

Contrapunto de la Duda
Si no llegaras, si te hubieras ido
mucho antes de que el tiempo transcurriera
para que tu presencia me tuviera
por siempre así, en la soledad, perdido.

Si regresaras sin haber venido,
antes quizás de que tu ausencia fuera
caos de soledad, enredadera
de la memoria que se vuelve olvido,

no sabré si algrarme o estar triste,
si salir en tu busca o esperarte
por los lugares donde no estuviste.

No sabré si quedarme en el vacío
del tiempo a solas que, al traerte, parte
como un recuerdo que, por tuyo, es mío.

viernes, 6 de marzo de 2009

Salvador Dalí - The Elephants


DE EQUINOCCIO A APOCALIPSIS. Por Valmore Muñoz Arteaga

El nombre de Apocalipsis no sólo debe ser relacionado con un instante determinado dentro de la literatura zuliana, sino que debe verse además como una expresión de un momento muy intenso dentro de las letras venezolanas. Tan intenso que la literatura nacional no volvió a ser la misma, en especial, en el mundo maravilloso de la poesía. La década de los años 50 son determinantes para lo que vendría a tejerse luego en el arte de las palabras. Una década íntimamente relacionada con el verdadero sentir de la vanguardia surrealista y su significado libertario. Un significado que no supieron manejar ni valorar los integrantes de Viernes, pero que si explotarían los jóvenes poetas que tomarán la palabra a mediados del siglo XX. Poetas valientes que toman como punto de partida sus experiencias en el exterior, particularmente en Santiago de Chile donde entrarán en contacto con un universo de imágenes que, unidas a sus previas lecturas de los surrealistas y futuristas europeos, forjarán un puente simbólico hacia otros mundos atrapados dentro ellos mismos. El contacto con Mandrágora fundado en 1939, la obra poética de Pablo Neruda, Rosamel del Valle, Pablo de Rokha y el Vicente Huidobro de Ciudadano del Olvido, harán posible que el surrealismo entre al país con el vigor y la conciencia necesarias para abrir definitivamente las compuertas de la modernidad poética nacional.

Entre esos jóvenes están Adriano González León, Juan Sánchez Peláez, Salvador Garmendia y Hesnor Rivera. Todos ellos intentaron formar en Caracas una agrupación literaria cuyo nombre sería Equinoccio. Adriano González León y Hesnor Rivera se sentaron a definir un manifiesto con el cual irrumpir en las letras venezolanas. Sin embargo, no corrieron con mucha suerte. Diversas razones obligaron a estos jóvenes tomar rumbos distintos. Hesnor Rivera vuelve a Maracaibo y en 1955 funda Apocalipsis. Hay un hecho significado que apura definitivamente la fundación del grupo. Al poeta de Silvia lo invitan a dar un recital en la casa de una familia privilegiada de la ciudad. Había gente interesada en conocer los poemas que Hesnor había logrado publicar en Santiago de Chile. La lectura de esos poemas causó horror en la sensibilidad prejuiciosa de los asistentes y ese horror horrorizó al joven poeta, quien decide huir hacia los confines de la noche donde se ubicaba el Bar Piel Roja. Allí nace Apocalipsis. Por otro lado, un par de meses después se funda en Caracas el grupo “Sardio”, allí estarán el resto de los miembros del fallido Equinoccio. Ya se habían publicado dos libros, dos poemarios que son, sin lugar a dudas, el nacimiento cierto del surrealismo venezolano, estos poemarios son “Elena y los elementos” (1951) de Sánchez Peláez y “Fiat Lux y otros poemas” (1954) de José Lira Sosa.

Hesnor Rivera y los poetas de Apocalipsis comprendieron que la palabra, centro vital de la poesía, era (y es) un instrumento de y para la libertad. La libertad más absoluta. Entendieron cómo podían rescatar a las palabras del mundo de los sueños, rescatarlas para vencer a la muerte. Ese mundo de los sueños no es otro que el que hemos reprimido en nosotros para complacer, para acomodarnos falsamente en una sociedad no menos falsa, una sociedad de privilegiados que se reparten en distintas instituciones de control como la Iglesia y el Estado, principalmente. A los libros de Sánchez Peláez y Lira Sosa, se une “Paraíso de los Condenados” de Régulo Villegas, único libro que publicó un poeta de Apocalipsis en esa época de esplendor creativo. Desgraciadamente, la pobreza de sus miembros los obligó a fiar la publicación y, como corresponde, a no pagarla de esta manera ese libro se perdió en el tiempo. Había un segundo libro preparado, se llamaba “Apuntes de un Resucitado”, era de Hesnor. Nunca se publicó. La modesta aventura editorial de Apocalipsis llamada “Caballito del Diablo” desapareció.

Así, entre empresas concretadas y otras con menos suerte, se forjó el movimiento surreal en Venezuela, en pleno corazón de una oscura dictadura. Muchos de estos poetas tuvieron que salir al exilio, entre otras cosas, porque este pueblo suele ser muy conformista y de escasas ambiciones de progreso, conductas que contrastaban con el espíritu liberal y libertario de estos artistas de la imagen poética. Por esas vueltas misteriosas del azar terminan casi todos en París, donde reforzarán su compromiso con la palabra y con la libertad que de esta se desprende.

Francisco "Paco" Hung - Materias Flotantes


Para una Fábula. Por Laurencio Sánchez Palomares

I

A la altura del alba el viento es más intenso.
Y hay una tristeza como de lámparas que mueren
en un lugar del mundo.

La lluvia ha golpeado con fuerza los muros más antiguos.
Yo he perdido la mansedumbre que traje de mi muerte.

Íbamos descalzos, persiguiendo la luna,
y levantábamos las garzas y encendíamos el bosque
secreto de las fábulas.

Íbamos hacia los cundiamores
que iluminaban serpientes al sur del océano.

Entonces, ella dormía sobre un césped de raíces jóvenes
en medio de la flora y de los pájaros
y su almohada estaba hecha de las nubes más blancas.

Yo era el desvelado que corría detrás de su risa
para rescatarla de la noche.

Entonces tenía la mansedumbre de las liebres más tristes.



II

Al sur de agosto
los puertos eran más azules.
Una ciudad había iluminada como el palacio de las vírgenes.

Al sur de agosto
ella amaba las mariposas,
extendía sus manos como lámparas después que caía la lluvia en los jardines,

y lanzaba piedras enormes para abrir inmensas
cataratas en el aire.

Al sur de agosto la tierra no osaba detenerse nunca.
Mi madre miraba los mendigos como viniendo de la tarde.

Entonces teníamos el corazón de las perdices
más alegres
vueltas hacia el crepúsculo.



III

Volvíamos al sur.
En la selva más virgen el viento movía los árboles.
Los frutos anunciaban la perfección de su crecimiento.
El mundo estaba iluminado y las rocas brillaban como el oro.
En el centro del bosque nos sorprendió la alegría de las lámparas.
Yo le di a comer el pan que traía en la cesta hecha
de pequeños tallos de bambú. Comimos.
En la tarde sus pies dejaron una huella perfecta,
más fina que el ala de los pájaros cuando rozan el alba.
Los arroyos del bosque se repartían en sonrisas
para que ella les diera toda la frescura de sus manos.
Descendimos hasta una piedra casi antigua. El olor
de los altos cerezos nos envolvía. Ella dulcemente
recostada a mi corazón como una margarita.
Yo sentí la gran admiración universal. El cielo alto
se asomaba por todas las estrellas.
Todas las bestias nos miraban con encantamiento
y se arrodillaban para adorar nuestra gran mansedumbre.
Mi lado izquierdo dijo: Somos la composición del universo.
Mi bella amada dijo: Nuestro amos será como el primer día
de la creación del mundo. Nuestro amor crecerá
como las lámparas para alumbrar la tierra del hombre.
Venid, aves enviadas a sepultar las tristezas
de los árboles del sur. Venid, fuentes,
a lavar las heridas de los ensangrentados.
Hoy quiero pan para todos los mendigos
y bellas cestas de flores para encantar los astros.



IV

Me detuve ante los adolescentes que lucían como lámparas.
Allí la tierra era feliz.
Las espigas eran sus vecinas más próximas.
La brisa de la tarde hacía sonreír las flores.
La primavera vestía los árboles y se encantaba
en el juego de los enamorados sobre el césped.
Después me arrodillé y besé la tierra por el encantamiento
que me daba la alegría de la luz en los rostros.
Los adolescentes ríen jubilosamente y huyen
hacia el campo tomados de las manos.
Los adolescentes aman la lluvia y los árboles
y todos los crepúsculos.
Los adolescentes beben agua en una bella jícara común.
¡Oh adolescentes!
Os he amado más que a las ciudades
que me esperan extendidas como bellas lagunas.
Os he amado más que a las estrellas livianas del sur.
Vuestra alegría ha rescatado mi alma de las bestias
y ha iniciado el viaje alrededor de todas las constelaciones.
Las aves os saludan
y os entregan la sombra de sus bellos plumajes.
El río que descansa encima de las piedras os invita a dormir
sobre sus aguas.
¡Oh adolescentes! Yo os imagino olvidados.



V

He vuelto al río,
hay allí una piedra enorme
donde se esconden los pájaros y el viento silba.
A los pasos azules
donde la infancia salta como las constelaciones.
Y la sonrisa busca las espigas del oro.
Al río del pez volador
a los nidos de los pájaros negros
a las jícaras de barro
a las madrugadas celestes
a los altos bambúes donde los venablos duermen
y los gallos enamoran gallinas salvajes.
He vuelto al sitio donde los hermanos Vargas
se reunían a la orden del más fuerte
y enarbolaban caucheras como estrellas de fuego.
A la casa de las piñas rojas
a la casa de campo donde hay animales mansos
encerrados entre alambres de púas.
A los hornos de cal
donde los leños son como crepúsculos
donde la tarde pierde su tristeza
y las mujeres cogen agua en tinajas oscuras.
He vuelto a andar entre hormigas doradas.
He vuelto a las montañas de peña azul
con un pañuelo rojo.
A los altos almendrones.
Almirante menea su cola y mira con sus ojos azules
mis sobrinas juegan en el patio con sus muñecas
rubias traídas de París.
Y Julio Helvecio me habla del abuelo
que se fue a las estrellas.



VI

Andabas entre animales tristes acompañada de la muerte.
Allí estaba la noche con sus árboles fríos,
la soledad de los caballos y el olor de la hierba.
El silencio era como una flor bermeja.
El día se retorcía entre los bejucos
y las maderas antiguas iniciaban sus historias.
Andabas junto a los amenazantes enigmas.
Junto a los perros caídos, junto a las hogueras,
junto a las vacas relucientes
con los cabellos vueltos hacia el sur
como formando una gruta encima de tus hombros.
Tú esperabas la lluvia
como los caballos,
como las noche.
Ibas y venías entre las curvas de los árboles
donde el viento aún estaba fresco por las alas
de los gallos.
Te veía regresar de los altos jardines del sol
después de buscarte en la tristeza del día.
En el patio rondaba la alegría de los pavos reales
y mi padre con un gato esperaba la noche.
Entonces yo iba por los altos corredores
en busca de una jícara y de aquella esterilla
que tenía un tigre y un león pintados,
y abría todas las puertas y oía el viento
en la alta noche de las hierbas bajando de los árboles.



VII

Hay un partido de ferrocarriles
bajo un cielo distinto.
Los andenes lucían lunas grises.
Yo también a esa hora partía hacia todos los relámpagos,
hacia el encuentro de mi padre muerto,
en una sandalia de cebra traída de África del Sur.
A esa hora partíamos y nos abandonábamos a la angustia
y mi sombra huía de la luz.
En el tiempo morían los caballos
y las frutas del alba caían con gallinas muertas.
La noche endurecía mis zapatos
en el sepulcro más negro de los barcos anclados.
Mis hermanos de leche también habían partido
derribando árboles de viento.
Hay una hora en que todas las aves llaman a la muerte
y los ríos se llenan de imágenes
y las bestias sienten un miedo terrible.
Hay una hora en que se apresuran
como convidados por una voz urgente.
Hay una hora que nos conmueve como a un seno violentado.
Hay una hora en que todos los relojes
parecen detenidos.
Hay una hora en que alumbran las mujeres
en todos los lugares del mundo
y hay blancos, y hay hombres negros
y hay hombres amarillos.